DESCOLONIZAR EL FEMINISMO UNA OPORTUNIDAD PARA AVANZAR EN EL RECONOCIMIENTO DE LAS MUJERES INDÍGENAS
- Verónica Figueroa
- 13 jul 2021
- 3 Min. de lectura

Estamos viviendo tiempos de cambios profundos. Hoy las sociedades se caracterizan por la diversidad expresada en la emergencia y visibilidad de diferentes grupos que han sido históricamente excluidos y que no formaron parte de los procesos de toma de decisiones, especialmente aquellos de carácter fundacional que definieron los valores y principios que rigen la convivencia en nuestro territorio. En ese sentido, las mujeres han emergido con fuerza en los espacios públicos, impulsadas por movimientos feministas de gran trascendencia en Latinoamérica desde la década de los sesenta, con gran influencia en Chile hasta nuestros días. De hecho, el llamado “mayo feminista” en el año 2018 fue una antesala para proponer e instalar una Convención Constituyente paritaria que permitiera que, por primera vez en la historia de nuestra República, las mujeres tuviéramos voz en la definición de la Constitución Política.
Sin embargo, aún cuando las demandas y propuestas de estos movimientos han sido sustantivas para una agenda de cambio, no son suficientes si no se incorpora al análisis la interseccionalidad que supone hablar de mujeres pertenecientes a colectivos discriminados e invisibilizados como aquellas que pertenecen a los Pueblos Indígenas. El concepto mismo de interseccionalidad fue acuñado en 1989 por la abogada afroestadounidense Kimberlé Crenshaw en el marco de la discusión de un caso concreto legal, con el objetivo de hacer evidente la invisibilidad jurídica de las múltiples dimensiones de opresión experimentadas por trabajadoras afroamericanas.
La interseccionalidad puede ser definida como el fenómeno por el cual cada individuo/a sufre opresión u ostenta privilegio en base a su pertenencia a múltiples categorías sociales (etnia, género, edad, etc.), resaltando una serie de características que a primera vista obviamos, demostrando que si una mujer tiene más de una identidad oprimida, esto provoca opresiones múltiples (por ejemplo una mujer indígena pobre rural tiene más posibilidades de sufrir diferentes discriminaciones que una mujer no indígena educada de ciudad). En ese sentido, la interseccionalidad permite evidenciar las múltiples exclusiones a las que son sometidas las mujeres desde sus diferentes realidades. Es decir, la vivencia de la discriminación será diferente dependiendo del lugar desde el cual estas mujeres la experimenten, y es por ello que se hace necesario “descolonizar” el feminismo.
En el caso de Chile, según datos de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica CASEN de 2015, las mujeres representan el 51% de la población indígena en Chile, es decir, más de un millón de mujeres pertenecen a alguno de los 10 Pueblos Indígenas reconocidos en la Ley 19.253. La mayoría de ellas, especialmente las que pertenecen al Pueblo Mapuche, han debido enfrentar la violencia colonial del Estado que se traduce en la negación de llevar adelante sus proyectos políticos y culturales. A diferencia de lo que ocurre con otros colectivos, las mujeres pertenecen a naciones con preexistencia, y de acuerdo al marco de derechos internacional los Estados deben permitir el ejercicio de su libre determinación y autonomía (Declaración de Pueblos Indígenas de Naciones Unidas, 2007). Sin embargo, esto no ha sido posible. Aún más, en 1995, la conferencia de las Naciones Unidas sobre la Mujer en Beijing pidió a los gobiernos que aborden "las múltiples barreras para el empoderamiento y el avance [de las mujeres y las niñas] debido a […] su raza, edad, idioma, etnia, cultura, religión o discapacidad o porque son indígenas. Junto con esto, la Conferencia de la ONU Contra el Racismo en 2001 también señaló la relevancia de la perspectiva de género en las políticas de antirracismo y antidiscriminación, la diversidad en la pluralidad, y el análisis del poder y los derechos. A pesar de estas declaraciones y otras similares, abordar la interseccionalidad en la práctica sigue siendo un desafío.
Para las mujeres indígenas, el feminismo se ha centrado sólo en los derechos de género, sin incorporar la interseccionalidad, donde la defensa de la lengua, de la cultura, de la naturaleza, de la alimentación, entre otros, son elementos fundamentales de sus reivindicaciones. Por lo tanto, se trata de un feminismo que busca poner en el centro la discriminación y el racismo, tanto simbólico como institucional. Es necesario, asimismo, considerar elementos asociados a su filosofía, a su historia, a su accionar político y al defensa de sus comunidades, cuestión que tienden a ser obviadas por el feminismo en general. Por lo tanto, debemos reflexionar sobre la importancia de descolonizar los paradigmas y planteamientos para dar cabida a las múltiples expresiones del feminismo, sin olvidar a quienes son representantes de una lucha ancestral. En el momento Constituyente que estamos viviendo, tenemos la oportunidad de pensar un nuevo acuerdo de convivencia con las mujeres, desde todas sus interseccionalidades, promoviendo así una sociedad más justa con las futuras generaciones.






