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CADA MUJER ES DIFERENTE, ES UNA HISTORIA, UN LEGADO Y UN ESTILO PROPIO DE VIVIR, AMAR Y SER MUJER, Y SIN EMBARGO MUCHAS VECES NOS ENFRENTAMOS A LOS MISMOS DESAFÍOS, PROBLEMAS Y PRUEBAS, QUE NOS HACEN CRECER, REINVENTARNOS, LEVANTARNOS, LLORAR Y REÍR.

EN ESTE ESPACIO CONOCERÁS MUJERES MUY ESPECIALES QUE NOS HAN QUERIDO CONTAR PARTE DE SU HISTORIA.

CONOCE A "UNA MAMÁ RESILIENTE Y LUCHADORA QUE LE DOBLEGÓ LA MANO AL DESTINO"

En JUNTAS BLOG conversamos con nuestra entrevistada y le preguntamos ¿En qué momentos de tu vida te has sentido muy plena o satisfecha? 

Mi plenitud máxima en la vida por lejos y que me hizo explotar de felicidad fue cuando recibí a mi hijo recién nacido y lo puse en mi pecho. No podía parar de llorar de felicidad cuando ocurrió, fue tan intenso.

De niña, siendo muy chica, yo pedía ser feliz, casarme y tener hijos, ser madre siempre lo soñaba, era tanto mi anhelo en la vida de recibir amor, que cuando llegó este hijo amado, que salió gritando y lo pusieron en mi pecho y se silenció al reconocerme fue lo máximo. Esta sensación tan grande la he sentido una sola vez en la vida y fue esa.

 

Mi meta en la vida de ser madre era de verdad, y de ahí en adelante toda mi felicidad ha girado en torno a “Ser Madre”, como mi realización personal. Disfruto de ver a mi hijo cada día, cómo se desenvuelve y los valores que tiene. El sentirme Madre me realiza, cada noche me acuesto encantada de tener a este hijo, y al levantarme me reconforta mirarlo, es una realización de ser lo que siempre quise ser.

 

Siento que conocí la felicidad plena cuando llegó mi hijo a mi vida.

 

Yo provengo de una familia de bastante esfuerzo, madre viuda de cuatro hijos, empleada pública, así que yo estudiaba en un colegio público que no te preparaba o te mostraba un mundo donde podías surgir, como la universidad, y lo que venía después del colegio era trabajar o seguir en una escuela técnica. A la vez donde vivíamos teníamos un buen entorno y unas vecinas que aspiraban ir a la universidad, siempre me hablaban de ello, y que yo debía ir porque era inteligente. Estas chicas me estimulaban a seguir estudiando.

 

Mi madre no se preocupaba de mi porque yo estudiaba sola, ella se ocupó de mis hermanos que eran flojos, pero tampoco me habló de un futuro para mí. Yo a esa temprana edad, de 12 años, me propuse metas porque quería salir de donde estaba, y postulé a la beca presidencial por mi cuenta. Por las condiciones en que estábamos la obtuve, y desde ahí yo vivía de mi beca y trabajos que hacía (tejidos), porque lo requería para poder estudiar.

 

En las metas yo me enfoque en los estudios, y trabaje para juntar dinero para el preuniversitario, yo sola me inscribí.

Una vez una chica me dijo que yo era la Reina de la Resiliencia, y me calzó, así que me apropie de esta frase para mí.

 

Yo he tenido la suerte de encontrarme con Personas Claves, porque cuando uno es resiliente es porque hay alguien ahí que te da una ayuda, pues de mi madre no la tuve, sino que fueron otras personas.

 

En el preuniversitario me encontré con un profesor bien estimulante, que reconoció que era buena para las matemáticas y me cambió de grupo, a uno más adecuado a mi nivel, y me dio el puntaje en la PAA para ingresar a la Universidad.

 

Entrar a la universidad, viniendo de un entorno tan adverso, me demostró que podía y era capaz, y que le estaba doblando la mano al destino. Luego en la universidad me dieron más beca, porque además representaba en lo artístico a la U (coro y baile). En esta primera carrera le tomé el amor a la sicología, conocí algo de esto y me encantó, y me puse la meta de ser sicóloga. Yo siempre me digo que hay que ponerse metas, y que si hay cosas que dependen de uno, se pueden lograr. Entonces terminé esa primera carrera corta y me puse a trabajar, y estudié de noche sicología. Luego me propuse hacer un magister para tener más validación de mi título y mejor formación, así que cuando mi hijo tenía 2 años lo hice, y claro estaba separada y era de mucho trabajo, pero lo logré. Esto de lograr estas cosas en lo académico, me hacen sentir plena, de haber logrado todo esto, porque no cualquiera lo logra de donde yo venía. Así que mis logros los veo con orgullo y plenitud.

 

Yo salí absolutamente sola adelante desde niña, a pesar de las adversidades y de las malas experiencias infantiles, que me podrían haber llevado a otro lugar, así que esto también lo pongo en el plano de la felicidad o plenitud de orgullo y satisfacción que hoy lo veo de otra manera, veo mis tres títulos y el diploma de la beca presidencial y reconozco que son mis trofeos.

 

Otra cosa maravillosa de mi vida es la música, amo cantar y tuve la oportunidad de estar en un coro con un maestro de muy buen nivel.

 

En la universidad entré al coro y surgió la posibilidad de trabajar cantando en matrimonios, con este maestro muy exigente y famoso, que logró sacar lo mejor de mí en canto, y que se volvió muy importante para mí, así como se transformó en mi mentor.

 

El cantar era transformarme, y lírico, me elevaba, era lo máximo, y con este maestro llegué a cantar en instancias increíbles. Yo me refugié mucho en la música en la infancia, a los 9 años que comencé a estudiar guitarra, y en mi pieza me la pasaba cantando y me refugiaba en ello. La música es muy importante, y hoy con mi hijo al que siempre desde pequeño le canto, lo pasamos siempre con música.

Luego le preguntamos ¿Qué es lo más difícil que te ha tocado vivir, y cómo lo sobre llevaste?

Lo más difícil que me ha tocado es; el maltrato infantil que recibí por parte de mi madre, su abandono, y el abuso sexual y violación del que fui víctima, en este orden.

El maltrato que recibí de parte de mi madre me repercute hasta el día de hoy, es increíble el impacto que tiene en la vida lo que vivas en tu infancia.

 

Respecto a lo del abuso y la violación, una experiencia extremadamente fuerte, solo empecé a superarlo en torno a los 20 años cuando hice terapia. Antes de esto me daba temor salir a la calle, que se oscureciera y encontrarme con hombres que podían hacerme algo. En esos días vivía con esa angustia y con la terapia lo logré manejar, y poder enfrentar a los hombres de la calle, en general, porque me dieron herramientas y con la terapia me hice más fuerte, y me pude mover bien en el mundo. No así lo del maltrato de mi madre, que siempre es un tema y cuando me encuentro en ambientes laborales de cierta violencia en jefas me impacta mucho, me gatilla ese maltrato infantil.

 

Yo soñaba con una familia porque lo asociaba con amor y cariño que no recibí de mi madre. Pensaba que cuando tuviera mi propia familia tendría todo esto; sentirse amada, sentirse querida y protegida por un esposo. Por esto yo soñaba con esto, pues asociaba que la familia y el esposo me darían protección y mucho amor.

 

¿De dónde viene esta resiliencia tuya, esto de hacerte cargo de ti desde tan pequeña?

 

Hay elementos propios que me dieron en la repartición, pero yo debo reconocer que fue clave el padre de mi hermano menor que vivió con nosotros. Este hombre fue maravilloso, me hizo sentir su hija, me dio cariño y se preocupó por mí. Él fue muy influyente, un hombre culto, que leía siempre, escuchaba música clásica y venía de buena familia, por ende nos educaba.

 

Él fue mi apoderado en el colegio, y yo sentía que estaba orgullosa de mí.

 

Otra persona clave fue mi nana, me dio mucho amor, yo viví con ella pero en ese entorno también me encontré con situaciones de abuso y violación, que lamentablemente esta mujer no supo descifrar mis señales así que tampoco pudo salvarme.

 

Ni mi madre, ni mi nana supieron lo que me ocurrió, estuve muy sola.

 

Yo creo que fui muy madura desde pequeña, por todo lo que pasé, así como tener que cuidar a mis hermanos, y tan así que me hice cargo de mi hermano chico, soy su verdadera madre, y hoy me siento tan orgullosa de él, yo le exigí que fuera a la Universidad, y es profesional exitoso y una persona sencilla y muy rico como ser humano. Entonces me tocó asumir muchas responsabilidades desde pequeña.

 

Hubo personas claves en mi vida, recuerdo a varios profesores que me apoyaron y me reconocieron, y me dieron lo que no tuve en mi casa, me dieron la fortaleza para decirme a mí misma “yo puedo y soy capaz”, y por eso yo digo que le doblegué la mano al destino, más allá de lo que me pasó en la infancia, y que mi autoestima se dañó para siempre, tuve personas claves que me ayudaron a valorarme.

 

Otro momento terrible en mi vida fue de adulta que tuve un accidente, un infarto cerebral, en que yo podría haber muerto, y la sensación más terrible fue pensar que va a ser de mi hijo si yo no estoy. Si hubiese estado sola capaz que me voy, pero esa sensación de qué pasaba con mi hijo, donde las probabilidades de morir eran altísimas, y aquí aparece mi resiliencia que me levanta nuevamente.

 

Yo quedé con parálisis del lado derecho totalmente, estuve en la UCI varios días, y los doctores no se explican cómo me recuperé tan rápido, porque aprendí a escribir, comer y todo, y eso lo hice porque soy una mujer luchadora y lo que dependa de mí lo voy a hacer. Yo salí de la clínica con mi lado derecho, que se supone estaba muerto, y al mes estaba moviendo todo, esto fue una recuperación increíble para los doctores.

 

De donde saqué eso de ser tan luchadora, y querer ser mejor en la vida en todo sentido, lo atribuyo que tuve la suerte que me tocó el don de la resiliencia, y a que me tocó encontrarme en la vida con personas claves externas a mi familia, que me ayudaron.

 

Hoy soy feliz de ser madre, orgullosa de lo que he formado con mi hermano menor y mi hijo, pero mi mayor orgullo en la vida como mujer es ser lo que soy como persona de forma integral.

 

Después de mi accidente la felicidad plena es estar tranquila, sin conflictos, no sentir preocupación.

 

Hoy valoro esto de estar viva, con salud, tranquila, de ser madre cada día con mi hijo, y orgullo de lo que es como persona, con valores y principios, creo que él es una buena persona.

 

Hoy mi felicidad pasa por un estado de tranquilidad, no ser una súper mujer, y saber pedir ayuda, que además es un mejor modelo para mi hijo, que es permitirme no estar bien, y eso lo hago así después del accidente.

 

Ahora me relajo más, con tener todo tan perfecto en casa, en fin, y vivo más libre. Hoy me cuido y me quiero más, y estoy menos disponible para ayudar a los demás.

 

Hoy mi bienestar emocional y el de mi hijo es más importante.

 

He tenido muchos momentos buenos, y no por ser conformistas, doy gracias por la vida que me tocó vivir, esos golpes fuertes me hicieron ser lo que soy, y crecer, y hoy valoro mucho la vida misma.

 

Tuve una separación, que no fue un momento tan difícil, porque fue la culminación de una relación no muy plena, ni de valoración, y como en mi infancia tuve esa falta de valoración lo tenía normalizado. En un momento me hizo click y solté, así que al final me alivió.

 

Lo más detonante fue pensar que mi hijo no creciera en un ambiente así, que no es normal y que la mujer debe valorarse, y nadie debe recibir maltrato de ninguna clase. Así que estando de meses mi hijo, me separé y lo enfrenté, así como tantas mujeres que criamos a nuestros hijos solas.

 

Hoy me reconcilié con la historia con mi madre, el abandono y maltrato, porque me hacía mal estar con ese sentimiento de rabia y dolor, y además mi madre luego de mi infarto cambió, y eso ha sido valioso para mí. Mi hijo comparte mucho con su abuela, y no le he negado nunca que tenga a su abuela, que se quieran y se cuidan entre sí. He aprendido a separar las cosas, y no privarle a la familia querer y compartir con mi hijo.

 

Soy positiva por esencia y siempre veo el vaso medio lleno, es una forma de vivir la vida que he aplicado siempre. En mi profesión puedo ayudar al prójimo y eso me llena mucho, me hace feliz, me satisface enormemente, y de eso estoy agradecida.

 

Cuando era chica estuve inmersa en muchas conversaciones de adultos, y me atraían sus reflexiones y conversaciones, y esto de conversar todo, incluido los conflictos, puede venir de ahí, y eso me ha hecho ser buena para analizar las cosas, y sobre todo para conversar. Siendo adolescente fui diferente y tuve amigos que aceptaron mi manera de ser, que soy reservada y más bien solitaria, porque me gusta estar conmigo. Disfruto de mi soledad, y del día a día, el hoy, esta nueva oportunidad de vida, después del infarto lo pienso así.

 

Nunca me he victimizado, y he sido luchadora siempre, y vamos que se puede.

Viví cosas en mi infancia en extremo malas, que nunca voy a superar, pero que tengo encapsuladas, y he sido capaz de vivir con ellas, y ver lo positivo en muchas otras cosas.

 

Las lecturas de mi vida que hago en el presente son sanadoras y reparadoras.

Julio 2021

CONOCE A "ISABEL VALENCIA DUARTE, UNA JOVEN MAMÁ FEMINISTA DE INTENSAS CONVICCIONES"

En JUNTAS BLOG conversamos con nuestra entrevistada y le preguntamos ¿En qué momentos de tu vida te has sentido muy plena o satisfecha? 

La felicidad ha ido cambiando por etapas, ya que lo que me hace sentir feliz ha ido cambiando y además una se va ajustando a su propia realidad.

Si pienso en mi infancia tengo muy buenos recuerdos.

 

Como etapa de la vida en la que me sentí muy feliz, es aquella en que una está un poco más grande, entre tercero y cuarto medio empezando a salir con las amigas y carretear, y eres más independiente, y eso lo recuerdo como una etapa que viví a concho. Luego yo fui mamá a los 20 entonces esa etapa no me duro demasiado tiempo.

 

Alcance a estar un año en la universidad y ya fui mamá, entonces ahí el parámetro de la felicidad cambia, el que me hace sentir feliz cambia rotundamente, tengo un nuevo horizonte, y otras responsabilidades.

 

Y no es fácil tampoco, yo pienso que una no tiene que estar siempre bien, ni siempre feliz, pero si una tiene que aspirar a estar bien. 

 

Pienso que la felicidad y la plenitud siempre ha sido un objetivo en mi vida, y nunca lo había pensado tan a conciencia y por eso me gustó mucho la pregunta. Me empecé a dar cuenta que muchas decisiones que he tomado han sido con este objetivo, y de verme en el futuro y decirme así quiero verme.

 

Por ejemplo el cambiarme de Universidad al año que había entrado, con lo que significa esto para una joven de 18 años, pero me salí no más y entré de nuevo, y me volví a salir, y siempre mi pensamiento era no me veo feliz, así que me cambiaba buscando verme bien.

 

A veces la gente no lo ve así, y piensan así es la vida no más, y hay que aceptarlo.

 

Yo no creo que sea así, por el contrario, hay que ir a buscar la felicidad, la plenitud, aunque no haya “una felicidad”, porque no hay una única forma de ser feliz.

 

El proceso de conocerse uno misma tiene que ver con eso, hacia donde voy, que es lo que quiero.

Y sin quererlo siempre he estado en ese proceso, de preguntarme “qué quiero”.

 

Tener un hijo en los brazos a los 20 años te hace preguntarte mucho eso, qué quiero, que voy a hacer, cómo quiero criarlo.

Siempre he intentado en mi vida estar cada vez mejor, a veces estoy mal, y trato de estar mejor, y siempre mirando más allá, ha sido una constante.

 

Esa sensación de buscar estar mejor, que no está exenta de llantos y penas, me ha hecho tomar decisiones que son difíciles, pero que hay que tomarlas, y me digo “es para mejor” y eso me hace sentir plena conmigo misma.

 

Soy una mujer de convicciones.

 

Nos han enseñado que las mujeres debemos ser de mucho sacrificio y postergación, y nos han enseñado a partir del ejemplo.

Si bien no nos han dicho explícitamente tienes que sacrificarte por los hijos o la pareja, uno lo ha visto en las mujeres de la familia; mi abuela, mis tías, y crecemos con estos modelos.

 

Y así vivimos con ese mensaje “tengo que esforzarme por la felicidad de otro, posponerme para que el otro sea feliz”, y una intentando vivir entre medio.

 

Cuando me separé del papá de mi hijo, fue un proceso difícil, pensaba que separaba a la familia, separaba al hijo del padre, pero lo conversé con mis amigas, y aunque no eran mamás, y eran tan chicas como yo, sí tenían experiencias de padres separados, que yo no la tenía, y me decían “yo hubiese preferido mil veces que mis papás se hubieran separado a que mi mamá fuera infeliz”.

 

Ahí a una le hace un click, y piensa mi hijo no necesita la familia perfecta, funcional, en fin, y sí necesita que esté feliz, aunque eso sea difícil de lograr. Ahora que lo miro con tiempo, veo que fue la mejor decisión.

 

Y pensando en cosas más cotidianas, de qué me hacen feliz, en qué cosas yo veo felicidad, tengo varias:

Estar terminando mi carrera, yo entré a la U cuando mi hijo tenía 7 meses, entonces ha sido un proceso muy exigente, cansador, de llanto, alegrías. Y ahora que estoy terminando y miro, me digo “no sé como lo hice”. La convicción que estaba haciendo esto bien me impulsaba. Y no solo lo hice, sino que lo hice bien, y eso me hace sentir muy feliz. Es muy rico reafirmarse uno misma. Es muy lindo cuando uno misma se demuestra que es capaz.

 

Otra cosa que me hace muy feliz en lo cotidiano es ver a mi hijo hacer ciertas cosas. Ahora que está en 1ero básico lo he sentido mucho, está aprendiendo las letras y como suenan las palabras, y sus logros y como se emociona con ello, lo estoy disfrutando. Porque cuando son bebes son una proyección de algo, y uno está apostando que ojalá cuando sea grande sea sano, feliz, todo.

Verlo expresar sus ideas, tan persona y chico, es maravilloso.

 

Mis amigas me hacen sentir muy muy feliz, sobre todo las del colegio, y que somos amigas desde los 6 años. En un tiempo nos separamos algo, cuando entramos a la U, aunque manteníamos contacto entre dos o más, pero no de todo el grupo, porque la vida es así no más. Hace no mucho nos juntamos donde una de ellas y fueron todas. Fue un reencuentro, pudimos conversar, por mucho rato, y las vi de otra forma, nos conectamos y todas habíamos pasado por proceso distintos y difíciles, y todas nos escuchamos, y fue una especie de reconciliación y reencuentro. Y fue para mí un espacio muy feminista.

 

Nuestra generación creció en un contexto en que las Mujeres somos catalogadas de problemáticas, peleadoras, cuáticas, o que no hablamos de sexo, ni de nada. Y en este reencuentro empezamos a hablar de todo.

 

Me encanta verlas es un gran espacio muy rico, me hace feliz, reírse y ESTAR JUNTAS. Pasar por varias emociones, llorar, reír, en fin, hacer catarsis.

 

Sentir esta compañía de las Amigas, de estar JUNTAS, es power, y uno puede liberar mucho, encontrar escucha y consejo, te sientes menos sola.

 

Tomo conciencia que mi constante ha sido la búsqueda de sentirme mejor, y por ello me cambié 3 veces de Universidad, que a veces uno podría decir, la cagué 3 veces, pero el motor que me llevaba a ello era estar mejor, y ahora pienso en eso, y me gusta.

 

Me parece importante tener referentes Mujeres que uno las vea y se motive, y también compartir con otras y decir, esa chica es como yo.

 

Las Mujeres cargamos con tango dogma sobre lo que debemos y no debemos hacer, cargar con tanta culpa. Yo que fui mamá joven lo escuché a otras mamás jóvenes que les decían, bueno es tu culpa y hazte responsable.

Luego le preguntamos ¿Qué es lo más difícil que te ha tocado vivir, y cómo lo sobre llevaste?

Haber entrado a la U con un niño de 7 meses, cuando lo recuerdo estoy corriendo, con el niño, la mochila del jardín con miles de cosas y la mía de la U. De vuelta con el niño a casa, dar de comer, el baño, acostarlo y ponerme a estudiar, hasta el día siguiente, y de vuelta a levantarse. Un estado maratónico permanente.

La Universidad no está pensada para Mujeres con hijos.

 

Cuando mi hijo se enfermaba perdía varias clases o pruebas, y no era posible recuperar eso, pierdes contenido, pierdes una prueba, o cuestiones más emocionales, como una presentación del jardín que me coincide con una prueba.

Estás tratando de rendir siempre, y en mi carrera que hay que leer mucho eso es muy estresante.

Recuerdo que en un ramo un profe tenía una carga de lectura enorme, como 950 páginas a la semana, y yo sabía que para mí era imposible, así que lidiar con esa tensión y frustración no fue simple. Eso que te pasen el programa del curso y el primer día de clases sabes que la mitad de lo que ahí aparece no lo podrás abordar.

Una quiere hacerlo todo, pero no se puede.

Me acuerdo que una vez hablé con una tía, que también estudio con una hija, y me dijo “tú tienes que entender que no te vas a sacar un 7 o un 6, y no importa, porque tú estás haciendo mucho más, tienes que darle no más”. Esto me lo dijo antes de que entrara a la U, yo embarazada, y nunca lo olvide.

 

Pero lo difícil está aparejado con lo bueno, porque esto es justamente lo que te hace crecer mucho, y luego te sientes plena.

Es difícil, te sacas la mugre, y lloras a momento porque no puedes más, pero al final te dices “lo hice”, entonces transformas toda esa dificultad en algo muy bueno.

 

Una a veces no se lo cree en principio, y busca explicaciones, como una impostora, o te vienen dudas, porque te hacen sentir que no podrás con todo. Cómo que no te permiten ser buena o confiada en ti misma, se ve como mal en la mujer, algo arrogante, no así en el hombre.

 

Una tiene que creérsela y no esperar demasiado la afirmación de los demás. Uno tiene que confiar en una misma, la autoestima y la seguridad, son importantes.

 

Esto es completamente opuesto a lo que nos enseñan, la culpa, piensa bien lo que vas a decir, no digas eso porque quedas mal.

 

De donde viene toda esta fuerza y actitud para enfrentar lo difícil?

 

De niña fui porfiada o testaruda, y eso me da fuerza. Esto mismo me ha causado problemas, porque una niña que habla intenso, líder, de carácter fuerte, no está bien para muchos.

 

También puede haber influido, ser la menor y que me dieron los espacios en casa para decir, pensar y hacer.

 

Cuando quedé embarazada me protegí mucho, me aislé y estudié sobre lo que venía, porque yo niña embarazada todos me vendrían a decir cómo se hacen las cosas.

 

En esta experiencia difícil encontré el empuje que necesitaba en las mujeres, en mi abuela, porque empecé a pensar en ella que tuvo 9 hijos, en su contexto de pobreza, y como los hijos salieron profesionales, y ahí pensaba “cómo lo hizo”, y me decía como un Mantra “Si ella pudo, yo puedo”.

 

Partí con mi abuela, luego en mi mamá, mis tías, empecé a fijarme en la maternidad que me rodeaba, pensando en cómo lo hicieron, y verlas tranquilas y realizadas, que todo salió bien.

Todas ellas me han inspirado.

 

También los desaciertos de estas Mujeres. Mi abuela quiso ser profesora y no la dejaron estudiar.

Ella y otras cargaron con muchas cosas que no debían y se postergaron por el marido, el hijo, o lo que fuera.

Una dice “Yo no quiero eso”, y con eso reinvidiqué a mis mujeres.

 

El nacimiento de mi hijo para mí fue como mi cumpleaños también, porque yo nací con él, me abrió la cabeza.

 

Siempre soñando con más, no ahogándome en los problemas, mirando por lo que quiero lograr.

 

La historia de las Mujeres de mi familia me han inspirado y me han dado el empuje para hacer lo que quiero, y también por lo que ellas no pudieron hacer y yo sí.

Mayo 2021

CONOCE A "UNA MUJER DE 5 DÉCADAS, MAMÁ Y AMANTE DE LA MÚSICA"

En JUNTAS BLOG conversamos con nuestra entrevistada y le preguntamos ¿En qué momentos de tu vida te has sentido muy plena o satisfecha? 

Lo de plena o satisfecha es algo complicado, no sé si porque mi vida ha sido un poco complicada.

Evidente que el nacimiento de mis hijos, pero fue de muchas otras cosas más también, entonces ocuparse de esto tuvo sus demandas, y tres hijos relativamente seguidos no es simple.

No sé si hay un momento pleno, sino más bien que hay cosas que hacen que los momentos sean plenos.

Para mí la música es capaz de mejorar cualquier momento. Me meto con la música y me conecto con algo superior, y hasta el cuerpo desaparece, con el solo escucharla. Es una sensación única qué a través de toda la vida me ha acompañado, y logra que me conecte conmigo. Es una manera de vivir la experiencia, la que sea, de una manera más plena, y puedo decir que le da plenitud a cualquier experiencia.

La música me conecta con todo, logro conectarme conmigo misma a través de ella, el cantar.

Entonces la época más plena ha sido cuando podía cantar a todo pulmón desde que me levantaba hasta que me acostaba. Cantaba cantaba mucho, con amigos, sola en la casa, de hecho los momentos más difíciles los pasé cantando, eso significaba botar todo lo malo, en tiempos en que no se usaba sicólogo, siquiatra, remedios, nada, yo cantaba.

Es una de las cosas que me ha acompañado a vivir, que me hace querer estar viva.

Entonces no sé si hay experiencias plenas, más bien la música lo hace que sea pleno y lo potencia.

Luego le preguntamos ¿Qué es lo más difícil que te ha tocado vivir, y cómo lo sobre llevaste?

Por el tiempo que estuvo presente en mi vida, el alcoholismo de mi padre, que me acompañó por mucho tiempo, e hizo que me perdiera ciertas cosas, en etapas en que uno debería andar más despreocupada (desde los 5 viví con esta situación). Toda mi infancia y juventud estuvo teñido por esta experiencia, y por ello fue muy difícil.

Se supone que los padres lo sostienen a uno, y no uno a ellos, y eso fue duro.

Sentía un estado base de angustia, porque mi mamá se quedaba sola, la pasaba mal y no quería darle más problemas que los que ya tenía.

Además en esa época tan religiosa, estaba convencida que debía poder pasarla, algo así como que con ello me ganaba el cielo.

A veces me sentía muy mal en las noches, pero al otro día por la mañana estaba bien, como en automático y medio desdoblada de lo mal que me había sentido. Sentía que debía estar bien.

Luego de mamá que fue más terrible, pero por menos tiempo, la adicción de mi hijo, que me terminó de sepultar, y además se parecía tanto a lo anterior.

Así que después tuve que sostener a un hijo, esto fue muy complejo, y una experiencia tan similar a la de mi padre.

Me cuesta encontrar la explicación de porqué ocurre esto, porque nos ha ocurrido como familia, pero en ambos casos tuvo vuelta, o sea un buen final.

He tratado de ser la Mejor Mamá, pero esto del hijo te tira para abajo y te preguntas en que me equivoqué, aparece la culpa. La Religión también nos vincula con la culpa a nosotras las Mujeres, desde Eva con la manzana tenemos esta idea tan extraña.

En momentos difíciles yo tengo que ocuparme, eso a mí me calma, empezar a hacer algo, y tal vez es un mecanismo de defensa.

A mí me salva ocuparme o si no me vuelvo loca.

Lo que es cierto que con estas experiencias se aprende mucho mucho, y a punta de porrazo.

Lo que puedo decir después de esta difícil experiencia es que “los hijos tienen una vida propia de la cual tienen que hacerse cargo”, y uno ególatra cree que todo lo del hijo tiene que ver con uno, cuando hay un problema me refiero, y como mujer separada más sola afrontas esto.

¿Qué es lo que ayuda? Salirse un poco y mirar la situación y a tu hijo como que él tiene que hacer su propia vida y soltar pensando que es un proceso de ellos, esperar dando las herramientas, porque la cosa no es automática.

Hay que hacer un alto y mirar desde fuera y poder darse cuenta que es la vida del otro, y tú no puedes vivir su vida.

También creo que es diferente la mirada de las Mujeres, más compasivas con las personas en general cuando están en problemas, no solo con los hijos, no tan castigadora como los hombres.

Lo que puedo decir es que el otro (mi hijo en este caso) se portaba mal no porque quisiera hacerle la vida mal a nosotros (su familia), sino porque él lo está pasando mal. Lo clásico es escuchar; “tu hijo está llamando la atención”, “no se da cuenta que lo tiene todo”, o “¿por qué nos hace esto?”

En mi opinión con los problemas serios de los hijos los hombres tienen que hacerse más cargo, y con una mirada más compasiva.

La forma en que intenté ayudarlo es que estuviera bien, movida por el amor a él, sin importar como fuera.

Esto requirió Fortaleza para poder hacer lo que había que hacer (por ej. Internarlo), y mantenerse de pie, y tiene un costo personal por supuesto, pero no hay permiso en esas ocasiones para desplomarse.

Requiere Coraje, pues si no te mueves te ahogas y hay que jugársela por alguna de las cosas que te hace sentido y enfrentar de una vez.

Yo me muevo porque me tranquiliza.

Hoy pienso que si yo no dejo que mi hijo “se lea” nunca se va a “leer a sí mismo”.

Es verdad que es difícil dejar que los hijos lo pasen mal, pero si no los dejo, tendré que llevármelos a los hombros eternamente, y eso no es bueno para ellos.

Hoy me toca hacerme cargo de mí, y ahora puedo, antes no.

Por último comentar que ojalá el cuidado de los hijos fuera más compartido, de lo que nos toca cuidar hoy como Mujeres, sobre todo en los momentos difíciles.

Abril 2021

CONOCE A “MARIA ELIANA, MUJER DE 8 DÉCADAS, MAMÁ Y ABUELA, UNA MATRIARCA”

En JUNTAS BLOG conversamos con nuestra entrevistada y le preguntamos ¿En qué momentos de tu vida te has sentido muy plena o satisfecha? 

Uno de los momentos más plenos que yo he tenido como Mujer ha sido ser Mamá, me sentí muy feliz cuando lo fui, porque nunca me proyecté como Madre. Cuando joven nunca pensé en tener una familia, ni teniendo una casa.

Tuve hermanas que se casaron antes y yo en ellas me encontraba muy realizada, teniendo sobrinas, ellas como mamá y yo como tía.

Bueno después yo me casé y tuve 3 hijas, y el hecho de ver nacer una hija, eso fue lo más pleno de mi vida.

El día de mi matrimonio fue espectacular, pero esto otro sobrepaso todo, esto fue a otro nivel.

Me sentí plena como mujer y como nunca me había proyectado tanto, fue como un milagro para mí haber tenido hijas, en realidad. Me conecte con ese milagro de dar vida.

No es que yo necesitará un hombre al lado mío y como un marido para sentirme familia. Yo nunca me sentí bien sólo como dueña de casa teniendo a mi marido, me faltaba algo.


El hecho de tener hijos me daba como una raíz. Una raíz de que yo era una persona que ya tenía familia.


Entonces cuándo tuve a mis hijas ahí yo me asenté, mis hijas y yo eran lo más importante, ese era mi núcleo familiar.

Luego le preguntamos ¿Qué es lo más difícil que te ha tocado vivir, y cómo lo sobre llevaste?

Lo más difícil por supuesto que fue la muerte de mi hija de 9 años, Morelia la del medio.


Fue tan inesperado, algo muy rápido. 

Mi hija no estaba enferma, porque cuando alguien está enfermo y muere uno piensa que al menos descansó.


Fue muy sorpresivo, y fue un golpe muy duro para toda la familia.


Vi al padre de mis hijas que se volvió loco cuando nos anunciaron que la niña había fallecido, él se trastorno. 

A pesar de todo lo que significaba para mí ese dolor, nunca renegué de él, lo acepte porque tengo creencias católicas, y creo que eso me ayudó.


Recuerdo que salí al balcón de la casa en que estaba, miré al cielo vi las estrellas y dije “Una de esas estrellitas es mi hija Morelia”.
Vi tan mal al padre de mis hijas, que pedía tener fuerzas yo para poder salir adelante.


A mí me ayudó una vez que fui al pediatra con mi hija menor que tenía sarampión, llegué al doctor y él me dijo, “Mira Eliana no te va a volver a pasar lo que te pasó con Morelia, tú tienes que ser fuerte”, me dijo “En el matrimonio se dice que el hombre es fuerte, pero en estos casos es la mujer la que tiene la fortaleza. Si tú no sales adelante y te hundes se van a hundir contigo tus hijas.”


Yo me dije, no puedo caerme con esto, ni tampoco estar pesimista frente a lo que nos vaya pasando, es decir pensar que a mis hijas les podría pasar algo también, las vivas.

Me pasó por muchos años que a los niños que estaban cerca de mí tenía pánico que cuando cumplieran los nueve años, que fue la edad en que murió mi hija Morelia, les pasara algo. Pensaba en mis otras hijas, mis sobrinas, mis nietas y mis nietos. En fin.
 

En parte pienso que mis nietas y mis nietos me han llenado el vacío que me dejó mi hija.


Ella siempre está presente, tengo su foto en mi velador, pero el espacio que ella me dejó lo fui 

llenando primero con mis nietas y luego con los nietos.


Bueno en un momento me decía, ya pasó, es lo que me tenía que tocar, y de a poco uno va aprendiendo a vivir con ese dolor, y no lo demuestras a cada rato, y ya no duele tanto como al principio.


Al principio no podía verbalizarlo, me ponía a llorar.


Y ahora puedo hablar, y a mis nietos les he hablado de mi hija y de la muerte. Mis hijas nunca escucharon hablar de la muerte, antes de que muriera su hermana, incluso un año antes de la partida de Morelia el abuelo murió y yo les dije a ellas que murió porque estaba viejito, y pienso ahora que eso fue tan erróneo.

Ahora yo le digo a mis nietos que todos nos vamos a morir y no sabemos cuándo y así es la vida, me parece más honesto.


A mis sobrinas, amigas les digo que le digan a sus nietos que la muerte puede venir para niños, abuelos, primos, porque o si no es muy traumático y fuerte, yo lo viví con mis hijas de 6 y 12 años.

A mí me pasó que yo aprendí de la experiencia que vivió la madre de mi marido, que también perdió hijas jóvenes y ella se trastornó y nunca volvió a ser la misma, ni a estar bien. Entonces yo me dije “Yo no puedo estar mal”.

Además yo veía que el papa de mis hijas no era un modelo en ese momento, porque él estaba muy mal para protegerlas y a la vez criarlas, así que yo me dediqué a eso, a protegerlas y cuidarlas.

A mí lo que me ayudó a sobrevivir es que tenía Fe, y voy a poder estar con ella en otro mundo, en otra dimensión.


Yo pensé no me puedo hundir porque si no, nos vamos a hundir las 3, mis dos hijas que me quedaban y yo, eso me dio la fuerza.
Por supuesto que me costó mucho mucho darme cuenta porque no era fácil, pero después empecé a madurarlo sola.


Yo pensé, en los momentos difíciles si yo no me repongo quién va a cuidar a mis hijas, porque honestamente el padre de ellas no podía hacerlo. Eso fue lo que me hizo salir adelante.


Me dediqué a participar en todas las actividades de mis hijas, volcarme a eso y acompañarlas en sus vidas todo el tiempo.
Estaba siempre con mis hijas y eso me ayudaba a sacarme de la mente pensamientos tristes, y las noches cuando ya estaba sola ahí me venía mucha pena, sacaba las fotos de mi niñita y recordaba todo.

 

Con el tiempo me fui dando cuenta que esto también debía soltarlo.

Marzo 2021

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